Anecdotario La Casa del Abuelo

A lo largo de más de 100 años, que es el tiempo que nuestra taberna La Casa del Abuelo ha estado sirviendo a nuestros clientes, hemos tenido, si no cientos, quizás miles de grandes y pequeñas anécdotas. Nuestros clientes han protagonizado momentos inolvidables, pero para realizar esta breve muestra se han escogido quizás las más señaladas por el personaje o la circunstancia.

El nombre de La Casa del Abuelo

El nombre de La Casa del Abuelo no deja de ser una anécdota más, puesto que en sus comienzos, y desde 1906 hasta 1909, su nombre era “La Alicantina”. Se llamó así por el origen del primer encargado del establecimiento. También, el vino que se vendía procedía de Alicante, al cual los clientes de la taberna apodaron “el abuelo”. Con este apodo y el éxito del vino, el establecimiento pasó a llamarse “La Casa del Abuelo”.

“A falta de pan, buenas son gambas.” Con esta frase, Patricio, quien era propietario en aquellos tiempos, después de la Guerra Civil y sin saberlo, selló el futuro de la fama de La Casa del Abuelo. En los años de la posguerra civil española, los alimentos escaseaban, en concreto el pan para poner los aperitivos. No deja de ser anecdótico que el precio de las gambas fuera inferior al del pan. Pero gracias a esta decisión, para mantener La Casa del Abuelo en funcionamiento, desde entonces las gambas se convirtieron en el buque insignia de la casa.

Anécdotas memorables

A lo largo de los más de 100 años que llevamos abiertos sin fallar un día, muchos clientes han pasado por nuestra taberna; todos importantes, pero algunos además famosos, como es el caso de Ramón del Valle Inclán. Allá por 1906 apareció un hombre alto y delgado, con una luenga barba blanca y la falta de un brazo. Todos se quedaron pendientes de aquella figura, que tenía una presencia como mínimo curiosa. Saludó y se sentó en una mesa redonda. Luis, uno de los camareros más jóvenes, de apenas 17 años, se acercó al barbudo hombre de lentes redondas, que sin demora dijo: “Vamos a ver cómo es el vino de esta casa.” Ante las preguntas de quién sería, Baldomero, el propietario en aquel tiempo, desveló las dudas de Luis: “Sí, ese hombre es Valle Inclán.”

Pasados unos años, y en plena Guerra Civil, pasó por la taberna el escritor, periodista y político Ernest Hemingway. Este hombre de gran corpulencia, porque sobrepasaba el 1,90 m, y autor de “Por quién doblan las campanas,” era un amante de las costumbres españolas, los toros y el buen vino. Le gustaba tanto el vino de La Casa del Abuelo, que hasta tuvieron que bajar al almacén por más vino porque las frascas desaparecían. Llegó acompañado de una mujer muy hermosa, Martha Gellhorn, y de otro amigo, mucho más bajo y delgado, que se presentó como Robert Capa, el fotógrafo de la famosa foto del periódico Life de 1937 conocida como “Muerte de un miliciano”.

Hay algo que, aunque en principio no parezca anecdótico, realmente lo es. Todos sabemos que en los bares y tabernas se habla de fútbol. Antes, se hablaba más de toros y de política. En La Casa del Abuelo, nunca se permitió hablar de política. Con algo de vino, las conversaciones sobre política se transformaban en discusiones, y para evitar esto, se prohibió este tipo de charlas. Esta decisión dio paz y evitó problemas en la taberna.

También podemos considerar anecdótico que La Casa del Abuelo nunca se cerró por presiones de lo sucedido en la calle. Ni con los coletazos de la Semana Trágica de Barcelona, que afectaron a Madrid, ni tampoco durante la guerra, excepto cuando los bombardeos se acercaban peligrosamente para los clientes. Pero, inmediatamente, se volvía a abrir y se dejaba que nuestro vino calmara las gargantas.

Clientes especiales

¿A qué taberna de Madrid no le hubiera gustado tener entre sus clientes al torero Miguel Dominguín y Ava Gardner? Nosotros tuvimos ese privilegio. En mayo de 1961, por la puerta entraron Luis Miguel Dominguín, acompañado de Antonio Bienvenida y otro hombre con más años que nadie conoció en absoluto, quizás porque la atención se fijase en los dos toreros. El personaje en cuestión era Jean Cocteau. Bienvenida alabó la calidad del vino y los aperitivos, a lo que Dominguín respondió: “A Ava Gardner también le gustaba mucho.” Algo que es cierto porque ella, quien fue calificada como el “animal más bello del mundo”, también bebió nuestro vino del Abuelo en una visita unas semanas antes.

“La movida Madrileña”

En los inicios de lo que fue llamada “La movida Madrileña”, La Casa del Abuelo, su vino y sus gambas no cesaron de aumentar en prestigio y la taberna en clientes. Fue por esta época que apareció Andy Warhol para saborear nuestro vino. Hombre muy ceñido a su imagen pública, no dijo nada… pero pidió una segunda ronda. En realidad, él había llegado a Bilbao para inaugurar la exposición “Sombras” en el Museo Guggenheim. En La Casa del Abuelo, nunca se supo qué le hizo llegar a nuestra taberna desde Bilbao.

Sin lugar a dudas, para nuestra taberna fue una prueba de fuego la visita guiada por un directivo de Turismo del gran chef Paul Bocuse, considerado el mejor chef del siglo XX. Todo el mundo estaba nervioso, pero se impuso la calma de nuestros encargados, que solo dijeron: “Dad lo mejor de lo mejor.” Y así debió ser porque, después de tres vasos de vino y unas gambas, se fue prometiendo volver y alabando la mezcla entre el paladar dulce del vino del Abuelo y las gambas al ajillo.

Y también queremos aprovechar este breve muestrario de anécdotas para animar a todos a que vengan a visitarnos y degusten nuestro vino y nuestra cocina. No obstante, recomendamos que lean nuestro libro, “La Casa del Abuelo”, que en realidad es un paseo por nuestra historia.

Gracias por su atención.


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