Manteniendo las tradiciones desde 1906

En sus primeros años, La Casa del Abuelo empezó a ser famosa por sus rosquillas y su vino dulce. También por el amor de los camareros al local, quienes, a pesar de no superar los 13 años, a veces llegaban a dormir allí. Llegaron los años 20 y 30, y con ellos, la idea de su fundador de ofrecer bocadillos a sus clientes.

Luego llegaron las gambas y de una manera o de otra, su sabor era delicioso, tanto que, La Casa del Abuelo alcanzó la nada despreciable cifra récord de 306 kg de gambas a la plancha servidas en un solo día.

La Casa del Abuelo

La Casa del Abuelo no sólo se convirtió en la primera taberna que vendía chorizo, anchoas o sobrasada dentro de un pan, sino que también consiguió algo mucho más difícil: vender más de 1.500 bocadillos en un solo día. Tan grande fue el éxito, que tuvieron que ampliar el horario, abriendo de 9 a 3 de la mañana, y aumentar la plantilla a 13 personas. Pero llegó la guerra civil. Y con ella, la escasez de pan y el hambre. Había que reaccionar, por eso, es en los años 40, época de posguerra, sus dueños deciden introducir en el menú lo que más tarde se convertiría en el secreto de su éxito: las gambas. Por 1,60 pesetas te las preparaban a la plancha, acompañadas de un vaso de vino. Se vendían solas. Más tarde, empezaron también a hacerlas al ajillo.

La Casa del Abuelo

A falta de pan,
buenas son gambas

Esto fue lo que pensó el dueño de La Casa del Abuelo en 1939, cuando la harina escaseaba en medio del final de una guerra civil. Se fue al mercado de la puerta de Toledo y compró varios kilos de gambas. A 35 ptas/kilo, obtuvo muy buenas respuestas de sus clientes, así que decidió seguir comprando gambas. Sin saberlo, estaba dando lugar a otra tradición de La Casa del Abuelo: la de que dos empleados, una vez al mes, fueran al mercado a pasar horas escogiendo las mejores gambas de Huelva y de Melilla.

Normalmente elegían gamba roja, pero alguna vez compraban gamba blanca. En cualquier caso, todas eran generosas en su tamaño y realmente jugosas. Después las trasladaban ellos mismos hasta la calle Victoria en cajas por kilos, ayudados de unos carros de mano. Una vez allí, las apilaban en una cámara congeladora llena de hielo picado también por ellos.

Nuestro Vino Dulce

El lugar de origen del famoso vino dulce de La Casa del Abuelo está en Alicante. Durante mucho tiempo, en el rótulo de la taberna figuraba otro nombre: La Alicantina, donde también se despachaban vino blanco y moscatel, aunque ninguno de ellos obtuvo la fama que logró el de Alicante.

Todo empezó en los años 50, cuando el fundador de la taberna decidió irse hasta Alicante para comprar el mejor vino dulce. Patricio Ruiz, abuelo de los actuales dueños y verdadero amante del vino, decidió fabricarlo él mismo en sus propias bodegas. Obtuvo un vino dulce tan rico que el público empezó a llamarlo cariñosamente vino El Abuelo.

Tuvo tanto éxito, que incluso Patricio tuvo que ampliar en 1960 su bodega (La Cerca). En La Casa del Abuelo se embotellaba el vino tras mantenerlo en una cuba muy grande, donde los mismos camareros, curiosamente, se encargaban de aportar la mistela al vino seco, removiéndolo constantemente para evitar que se picara y conseguir el punto idóneo.

En 1990 se retiró el rótulo de La Alicantina del establecimiento para adoptar el nombre con el que el público tiempo atrás lo había bautizado gracias a la fama de su vino: La Casa del Abuelo.

Nuestro Vino Dulce
«El Abuelo», escrito por Daniel Waldburger

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